La inmunización de la población ha sido uno de los mayores desafíos que ha enfrentado Latinoamérica en los últimos años. A pesar de que se han realizado importantes avances en materia de salud pública en la región, los índices de inmunización han caído en picada en los últimos años, especialmente en el contexto de la pandemia de COVID-19.
La pandemia de COVID-19 ha afectado a todo el mundo, y Latinoamérica no ha sido la excepción. A pesar de que la región representa solo el 8% de la población mundial, ha registrado el 29% de todas las muertes por COVID-19 en todo el mundo. Sin embargo, lo que es más preocupante es la falta de progreso en la inmunización de la población en la región.
Latinoamérica ha estado luchando contra la falta de suministro de vacunas, la distribución desigual y la desconfianza en la ciencia y los gobiernos. Esto ha llevado a una disminución en la tasa de vacunación y una mayor propagación de la enfermedad en la región. A medida que el mundo se mueve hacia la inmunidad colectiva, Latinoamérica se está quedando atrás en la carrera contra el tiempo.
Una de las principales razones de la falta de inmunización en Latinoamérica es la falta de acceso a las vacunas. A pesar de que muchos países de la región han tratado de obtener más vacunas, el suministro sigue siendo limitado y la distribución está lejos de ser equitativa. Además, el acceso a las vacunas está fuertemente influenciado por la capacidad económica de cada país, lo que ha llevado a una mayor inequidad.
Otra razón importante es la desconfianza en la ciencia y los gobiernos. La desinformación y los rumores en las redes sociales y los medios de comunicación han creado un clima de desconfianza entre la población, lo que ha llevado a una disminución en la tasa de vacunación. La desconfianza en la ciencia y los gobiernos es un fenómeno complejo y multifacético que puede tener múltiples causas. Algunas personas pueden tener dudas sobre la seguridad y la eficacia de las vacunas debido a información errónea o noticias falsas que circulan en línea o en los medios de comunicación. Otros pueden desconfiar de las autoridades gubernamentales debido a experiencias pasadas.
Independientemente de la causa, la desconfianza en la ciencia y los gobiernos puede tener consecuencias graves para la salud pública. En el caso de la vacunación, puede conducir a bajas tasas de vacunación, lo que a su vez puede llevar a brotes de enfermedades prevenibles por vacunación. Además, la desconfianza en la ciencia y los gobiernos puede socavar la confianza en las políticas de salud pública en general, lo que puede hacer que sea más difícil para las autoridades implementar medidas efectivas para proteger la salud de la población.
La vacunación infantil en América Latina, de estar entre las más altas a estar entre las más bajas
¿Qué tan grave es el problema?
Uno de cada cuatro niños y niñas de la región carece de vacunas vitales, haciendo retroceder las tasas de cobertura de inmunización a los niveles de hace casi 30 años. Esta decadencia se sitúa dentro de una tendencia mundial: en total, 67 millones de niños no han sido vacunados contra una o más enfermedades en los últimos tres años.
En la región de América Latina, la cobertura de la triple vacuna contra la difteria, el tétanos y la tosferina, también conocida como la DTP3, entre los niños y niñas menores de un año cayó 18 puntos porcentuales, del 93% en 2012 al 75% en 2021.
“Se trata de la tasa de vacunación de rutina más baja de la región en casi 30 años, lo que sitúa a América Latina y el Caribe por debajo de la media mundial (81%) y justo por delante de África Oriental y Meridional (74%)”, destaca la agencia de la ONU.
Según las últimas estimaciones de la Organización Mundial de la Salud y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, el retroceso de América Latina y el Caribe en materia de inmunización ha dejado a 2,4 millones de niños y niñas, uno de cada cuatro menores de un año, desprotegidos frente a enfermedades prevenibles mediante la vacunación.
Más de 1,7 millones de esos niños están catalogados médicamente como “cero dosis”, lo que significa que nunca han recibido vacuna alguna. Los niños y niñas de los hogares más pobres tienen casi tres veces más probabilidades de no haber sido inmunizados en su vida que aquellos de los hogares más ricos, según revela un nuevo análisis del informe.
¿Cuál es la solución?
Para frenar la crisis de inmunización en Latinoamérica, se necesitan medidas urgentes. En primer lugar, se debe garantizar el acceso equitativo a las vacunas para todos los países de la región. Los países deben trabajar juntos para garantizar que las vacunas se distribuyan de manera justa y equitativa para que todos tengan la oportunidad de recibir la vacuna.
En segundo lugar, se debe abordar la educación sobre la importancia de la vacunación: Se deben realizar esfuerzos para aumentar la educación sobre la importancia de la vacunación. Esto puede incluir campañas de concienciación en los medios de comunicación y en las escuelas para garantizar que la población esté bien informada sobre los beneficios de la inmunización.
En tercer lugar, se deben tomar medidas para garantizar la sostenibilidad a largo plazo de los programas de inmunización. Esto implica la inversión en infraestructura de salud, la mejora de los sistemas de información de salud y la capacitación de los trabajadores de la salud.
En conclusión, la caída en la vacunación en Latinoamérica es una señal de alerta para todos nosotros. Las pandemias que pueden originarse a causa de este problema es una amenaza real y la vacunación es nuestra mejor herramienta para combatirla. Es vital que los gobiernos de la región tomen medidas urgentes para garantizar que las vacunas estén disponibles para todos, especialmente para aquellos en situaciones de mayor vulnerabilidad. Debemos unirnos y hacer un llamado a la acción para que se incrementen los esfuerzos de vacunación y se aceleren los procesos de distribución en toda Latinoamérica. Solo así podremos protegernos a nosotros mismos, nuestras familias y nuestras comunidades, y avanzar hacia una recuperación más rápida y segura de la crisis sanitaria. ¡La vacunación es nuestra mejor esperanza y es momento de actuar!